No es acaso algo muy
complicado cuando un individuo o nosotros mismos perdemos esa
capacidad para observar el mundo, cuando comenzamos a sentir ese
vacío existencial, cuando esa búsqueda es iniciada y necesitamos
darle sentido a nuestra forma de ver la vida. Los seres humanos
llegamos a la vida con ese potencial de vivir armónicamente, gozar,
de no padecer falta de identidad y contemplar la belleza que nos
rodea.
Con el tiempo y por
influencia de la sociedad, la familia y la cultura, el ser humanos es
influenciado de modo que su perspectiva es un constructo casi determinado
por los demás, considero que suceden dos formas de seguir la vida la
primera y lamentable que le puede pasar a un sujeto es que se
conforme, se enajene y viva sin “vivir”, pues adopta toda idea
haciéndose dependiente de las decisiones e ideas que los demás
conciben y generalmente se vuelven en personalidades rígidas,
autoritarias, necesitadas del orden para poder controlar la vida, se
vuelven idólatras del dinero y el materialismo en un consumismo
imparable, donde se desea todo lo que los demás tienen o hacen y en
un caso más grave hacer lo que los demás quieran que ese sujeto
haga, para mí ahí se deja de ser individuo pues no es más él
mismo sino una creación de la moral, de la neurosis y del carácter
social, dando como resultado un sujeto con un vacío existencial sin
motivaciones, aunque no está del todo perdido, pues como ser humano
tiene la capacidad para cambiar e ir rumbo al panorama positivo de la
vida, como hombre (haciendo referencia a la raza humana).
El otro caso es conforme
ese individuo crece se hace preguntas cada vez más complejas hasta
llegar a un estado de duda para conocer la tan rebuscada “verdad”.
A lo largo de mi intención de conocerla sólo he podido llegar a que
no existe una verdad absoluta más que cada quien percibe y vive de
forma diferente. Aunque si hablamos de existencia me atrevo a decir
que la verdad consiste en compartir amor, momentos, alegría,
caricias, pláticas, vida, y con vida realmente al acto absoluto de
vivir, a pesar de escucharse sencillo es todo un proceso, pues
debemos pasar por el autoconocimiento, la autoaceptación, la armonía
entre la vida privada y pública, pues si bien el hombre debería
decidir que actividades realizar, no ser criticado por sus
preferencias y crear su propio criterio para discernir del
totalitarismo y no ser un “borrego” más. La ambición del hombre
no es mala, mientras no sea este el fin sino un medio para lograr esa
revolución humana, espiritual y la generación de la identidad, sin
embargo si nos orientamos a ser ambiciosos como fin, todo cambia
pues, se enseña amar lo nuevo, materiales, que son desechables o
inútiles a la vida, con esa inutilidad me refiero que el exceso de
objetos no llegan a darle significado a la existencia ni que sean la
clave de la felicidad pues en realidad es tapar el “agujero del
vacío”. La existencia del hombre esta dotada de ella en realidad
con la sencillez de tener pensamientos y un corazón que bombea
sangre como la gasolina a un motor.
Tenemos a mi parecer dos
opciones si se trata de decidir, pues podemos dejar pasar las
“cosas”, o podemos hacer que pasen, y en esto a mi juicio hay
tanto sentido, pues cuando dejamos pasar las cosas, nos quitamos a
nosotros mismos la oportunidad de sentir la vida, pues nos privamos
de acciones, nos privamos de experiencias, de oportunidades, de una
forma tan pasiva, que realmente es una lástima pues dejamos los
“sueños” (acciones que nos motivan) se desintegren y olvidamos
que somos seres sensibles, dotados de tanto potencial. Por otro lado
si hacemos que las cosas pasen, haciendo referencia al esfuerzo de
ser, de sentir, de experimentar, incluso en actividades que se
requiera un mínimo gasto de energía, sin embargo la intención de
sentirlo le dota de sentido, pues genera en el hombre una sensación
de bienestar.
El hombre debería dejar
de contemplar e idolatrar lo inerte que no tiene vida, como es el
dinero, la televisión, los productos “innovadores” que realmente
no sirven más que para perder el tiempo, pues que contradictorio es
querer hacerse de un tiempo libre, para cuando éste exista lo
queramos pasar, en mi modo de referirme “dejar pasar las cosas”,
“matarlo”, que lo óptimo sería compartir o crear, pues para mí
como individuo creo que es lo que mejor podemos hacer como seres
humanos sensibles.
Hagan el amor...